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20 junio 2012

La sangre de los inocentes


He tomado prestado el título de un libro de Julia Navarro, por lo que pido disculpas pero hoy, una vez más, se ha escupido sobre la sangre de los inocentes, de las víctimas de ETA.

Hace un año, cuando se permitió lo que yo consideraba impermisible, publiqué esto:

Ese, hijo, el que volvió la vista,
el que lo tomó como una gesta,
ese, para quien tu sangre fue en balde,

el que jugó contigo de pequeños,
tu compañero de pupitre y patio,
el que luego equivocó su sitio,
el que ignora que no pueden ser dueños

de la vida del que piensa diferente,
el que de pronto dejó de estimarte
y pasaste a ser inconveniente

ese, el que no te mató pero calló
cuando tú fuiste despojo y sangre,
será alcalde, hijo, aquel chiquillo.


Hoy, cuando el Constitucional ha dado una vuelta de tuerca a la desvergüenza, me sale esto:

Aquellos que debieran protegerla,
han escupido sobre tu memoria,
en un acto de infinita cobardía,
tanta...que hasta cuesta definirla.

Han olvidado el artículo quince
de la Carta que debieran defender
y, en su lugar, están haciendo heder.
Les supongo conscientes del alcance

que tiene tan tamaña tropelía,
del dolor infinito que provocan
en esos miembros de cualquier familia

con sangre inocente derramada,
gratuitamente y con alevosía,
nunca vengada y ahora celebrada.